LA RIOJA.- El ex sacerdote y una de las partes querellantes del juicio por el asesinato de monseñor Enrique Angelelli, Arturo Pinto, señaló que la muerte del obispo fue un atentado, no un accidente y agregó que "sabía que era perseguido y que lo iban a matar como lo hicieron con otros sacerdotes".
Pinto declaró como testigo ante el tribunal integrado por José Camilo Quiroga Uriburu como presidente y los jueces de Cámara Subrogantes Carlos Julio Lascano del Tribunal Federal 1 de Córdoba, Juan Carlos Reynaga del Tribunal Federal de Catamarca y el titular del Juzgado Federal de San Francisco Córdoba, Pablo Bustos Fierro como juez sustituto.
Los imputados son el ex general Luciano Benjamín Menéndez y el ex comodoro Luis Estrella mientras que los otros tres acusados que estaban en la causa, Jorge Albano Harguindeguy, Jorge Rafael Videla y Juan Carlos Romero fallecieron.
En su testimonio, Pinto contó cómo sucedieron los hechos y dijo que fue "un atentado porque desde hacía mucho tiempo que sabía que lo iban a matar, ya que en anteriores oportunidades lo habían amenazado, y después se complicó por los asesinatos de los curas de Chamical, Carlos Murias y Gabriel Longueville, y del laico de Sañogasta, Wenceslao Pedernera".
"Angelelli nos hizo un espiral y en el centro del mismo se puso él como señalando que era el blanco principal al que querían eliminar, ya que antes lo hicieron con los sacerdotes Murias, Longueville y Pedernera", aseveró el exsacerdote.
"El 4 de agosto de 1976 salimos con el obispo Angelelli hacia la capital riojana luego de haber participado de una misa en memoria de los sacerdotes asesinados y que pertenecían a su diócesis. Y lo hicimos por un camino alternativo hasta retomar nuevamente la ruta nacional 38 para no pasar por el frente de la exbase Aerea de Chamical debido a la mala relación que había entre sus integrantes y el obispo", señaló.
"Nosotros viajábamos en una camioneta Fiat 125 Multicarga, la cual manejaba Angelelli, y a la altura de Punta de Los Llanos (100 kilómetros al sur de la capital) un vehículo de color blanco o claro, nos encerró por delante de la camioneta, lo que provocó que la misma saliera de la ruta y volcara", recordó.
"Producto del vuelco, por comentarios que tuve después, Angelelli salió despedido y yo quedé dentro del vehículo inconsciente, recuperando el conocimiento días después, cuando era trasladado hacia la ciudad de Córdoba en ambulancia para una mejor atención" añadió.
Al ser consultado por el motivo de la mala relación entre el obispo y los integrantes de la ex Base Aérea, Pinto recordó que "durante una misa y en plena homilía de monseñor Angelelli, este fue interrumpido por el titular de la base, Lázaro Aguirre, quien le señaló que no estaba de acuerdo con lo vertido en la misma, por lo que debía retractarse. Y al no obtener respuesta favorable, Aguirre se retiró del lugar muy molesto".
"Nosotros sentíamos que nos perseguían, porque en las misas siempre había una o dos personas de civil que nos dábamos cuenta que eran militares, y en algunas ocaciones grababan las mismas. Y cuando viajábamos, en todos los controles de ruta éramos requisados juntamente con el vehículo", remarcó.
Dijo que "a esto hay que agregarle las detenciones e interrogatorios de las que fueron objeto varios sacerdotes como Gervasio Meca, Esteban Inestal, Henry Praolini, entre otros, y algunos de ellos por varios días, lo que motivó que hiciéramos una movilización para pedir por su libertad".
Pinto expresó que "Angelelli sentía miedo tras los hechos de Chamical y Sañogasta y el día previo a su muerte nos reunió a todos los sacerdotes de su diócesis y nos dijo que las cosas con el ejército estaban muy mal y si alguno de nosotros quería irse, el nos ayudaría, pero que él nunca abandonaría su gente".
"Esto ocurrió luego de haber mantenido una reunión con el general Menéndez" dijo Pinto, quien luego le preguntó qué había pasado a Angelelli, quien le contestó que había sido muy dura.
"Se dijeron todo lo que se tenían que decir mirándose a los ojos y de frente", señaló Pinto. (Télam)